La relación entre Bertha García y el bádminton comenzó en el 2005 cuando, por motivos de salud, dejó la natación y, mediante el aviso de un amigo, conoció el mundo de a la pluma y la raqueta y quedó encantada.
A partir de ahí no ha parado de seguir creciendo, primero fue profesora de bádminton. Luego, al ver que nuestro país no contaba con árbitros, decidió seguir cursos para ser árbitro nacional, a partir de ahí comenzó a escribir su propia historia.
Gracias a su perseverancia y constante lucha ha llegado lejos en el mundo del arbitraje. Aún recuerda el viaje, de más de 24 horas, que tuvo que hacer hasta China para pasar su examen que la acredite como árbitro mundial.
Sin embargo, su historia no queda acá. Ella seguirá preparándose para obtener la certificación mundial y pueda estar presente en unos Juegos Olímpicos. Por lo pronto, su presencia en los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018 y Lima 2019 ya está asegurada.
¿Cómo comenzó su afición por el bádminton?
Antes de entrar al bádminton, yo era experta en natación; sin embargo, por problemas de piel lo tuve que dejar. Luego, un compañero me aviso acerca de un curso de bádminton que se iba a desarrollar en el Lawn Tennis, fui y me enganché completamente con el deporte. De esta manera empecé el proceso para convertirme, primero, en entrenadora.
¿De qué manera entra al mundo del arbitraje?
Con el mismo grupo que empezamos en el Lawn Tennis, íbamos a los torneos internacionales que se organizaban acá y observábamos que todos los árbitros eran del extranjero. Es más, para los campeonatos nacionales arbitraban los jugadores más antiguos. No existía un staff nacional de árbitros. Fue así que nos avisan que se iba a realizar un curso para jueces y árbitros. Primero, aprobé como juez de línea y luego como árbitro nacional. Fue así que, con muy pocos árbitros, empezamos a dirigir en los torneos nacionales.
¿Cuál fue el camino que siguió hasta llegar a ser arbitro mundial?
En primer lugar, me eligieron para arbitrar en un torneo en Ecuador, me dijeron que era una de las más destacadas y me dieron la oportunidad. Luego de dos años, la Panamericana me invitó a Guatemala para intentar pasar el examen como árbitro panamericano acreditado. Tuve que dar el examen práctico, que era dirigir durante el torneo, y el examen teórico.
¿Qué recuerda de esa experiencia?
El primer partido arbitre muy mal, estaba muy nerviosa. Una vez culminado ese partido, bajé desconcertada y me fui a lo camerinos. Recuerdo que en ese torneo también estaban mis primeros profesores, quienes fueron a buscarme y a brindarme todo su apoyo. Luego de eso, seguí arbitrando y me fue bien, los nervios se fueron y, según yo, estaba arbitrando como si estuviera en Perú. Una vez culminado el torneo, nos llamaron a los árbitros que estábamos en evaluación y uno por uno iba entrando a la oficina. Fue ahí cuando me dijeron de había aprobado y era árbitro panamericano acreditado.
¿Qué sucedió después?
Dos años después, ya siendo árbitro acreditado, me convocan para los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011. Esa iba a ser mi examen para la certificación. Estuve siendo evaluada durante todo el torneo y, en vez de dar el examen teórico, pasé una entrevista. Terminaron los Juegos y me dijeron que había pasado el examen y ya era árbitro certificada.
¿Cómo llego a la evaluación para ser árbitro mundial?
Luego de cuatro años, llegó la invitación de la BWF para ir a China y pasar mi examen para llegar a ser árbitro mundial. Sin embargo, antes de partir al continente asiático, me mandaron a Europa para dirigir dos torneos, uno en Suiza y otro en Escocia. Esto me sirvió de preparación antes de ir a arbitrar en el “Sudirman Cup”, el cual es uno de los torneos de los más importante a nivel del bádminton.
¿Qué paso luego?
En un principio, fui la única representante de la zona panamericana, el resto eran de Europa y Asia. En este caso la evaluación era distinta, a los dos días de haber empezado el torneo, se daba la evaluación teórica y si no pasabas ya no tenias oportunidad de seguir arbitrando durante el torneo. Yo la pasé y seguí dirigiendo encuentros durante las dos semanas que duró el torneo. Cuando yo no era programada iba al coliseo para observar a los árbitros mundiales y eso fue algo que le gusto bastante a mi asesora. Ni bien culminó el torneo, fuimos llamados al hotel para que nos digan los resultados uno por uno. Estaba nerviosa, esa era mi primera y única oportunidad de será arbitro mundial. Cuando llegó mi turno, tomaron la palabra tres jurados y, finalmente, mi asesora me dijo que había aprobado y me había convertido en la primer arbitro mundial mujer de Sudamérica.